sábado, 24 de diciembre de 2011

Me están saliendo canas por pensar en el mañana

Estaba leyendo un nuevo libro, de esos libros que no necesitan de mucho para que te tenga babeando y me tope, al principio de un capitulo, con una de esas frases que te hacen eco. Y a pesar de que sigues leyendo no estás leyendo, y pasas dos tres párrafos para que te des cuenta de que tus ojos lo único que hicieron esos minutos fue moverse siguiendo un renglón.

Pero bueno me concentrare en la frase que es la que me llamo la atención. La cito. O más bien cito el párrafo donde la encontré:

“Hacia finales del verano, oí, sin proponérmelo, una conversación que me saco de mi estado de dichosa ignorancia. Cuando somos niños casi nunca pensamos en el futuro. Esa inocencia nos deja libres para disfrutar como pocos adultos pueden hacerlo. El día que empezamos a preocuparnos por el futuro es el día que dejamos atrás nuestra infancia.”

Al principio pensé: “¡Uh! ¡Qué bonita frase! Puse unos corchetes en el párrafo circule el numero de pagina y me fui a la primera hoja del libro para anotar en la esquina superior el numero de pagina.

Después regrese a mi lectura. O trate, porque me paso lo que relaté al principio. No se me comenzó a cuestionar. Es una verdad. ¿Pero es verdad en este tiempo? Volteo a ver a gente de mi edad. Por estos tiempos están en chinga, que entregando trabajos, que checando trámites para la carrera, que los estudios. Y ni se hable de los adultos. Estos ya cargan con la preocupación a diario. No los culpo es como vivimos ahora, veo los pasos en los que voy y no me extrañaría que en un descuido termine igual.

¿Es posible cargar con una buena vida, sin tener que acostarme en las noches pensando en lo que me falta hacer? Porque tengo conciencia de ese horrible sentimiento desde que voy en primaria. Al principio esta frase, parece un extremo, o nos incita a uno. Manda todo a la fregada. Preocuparse es de adultos, si quieres ser feliz manda todo a la fregada.

Pero no se tarda uno en reflexionar que eso no es a lo que incita la frase. Porque eso es un extremo. Si no que hace la comparación con un niño. Y ¿Cómo es un niño? Un niño no tiene preocupaciones, no porque no las tenga, si no por la forma en que ve los problemas y las cosas malas. Los ve de una manera sencilla. Y el hombre a la hora de ir creciendo va perdiendo esa sencillez en cosas que no importan o que no lo valen.

Al principio de este escrito verdaderamente me lo cuestionaba, eso de poder vivir una vida responsable pero sin preocupaciones. Incluso suena un poco a falacia, pero no lo es. Y la manera de lograrlo es como lo dijo el buen Aristóteles, buscar el punto medio.

Hay que hacer lo debemos hacer, lo que podemos hacer y un poco más. No más no menos. Solo eso. Si solo hacemos lo que debemos nos limitamos nosotros solos, si hacemos lo que podemos hacer solamente, perdemos ese sentido de responsabilidad. Podemos hacer las dos, pero caemos en la mediocridad. Y ese poco más. Es esa chispilla que nos incita a seguir trascendiendo. Lo suficiente para no cargarnos de responsabilidades poder dormir en las noches y no ser inútil.

Escribe nava, deseando unas felices fiestas y año nuevo... que también es una fiesta... como sea nos vemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario